Evaristo Rodríguez es afrodescendiente, soldador y pasacaballero, como se les llama a los habitantes de Pasacaballos, un corregimiento de Cartagena, Bolívar. Mientras camina hace una pausa para beber agua de la orilla del dique, de la orilla donde están encalladas las lanchas, de la misma orilla donde el jabón, el barro y la grasa se vuelven uno con el agua; ese líquido que es el sustento de toda esta región y que podría verse afectado si se realiza el proyecto de ‘Restauración de los ecosistemas degradados del Canal del Dique’.
Una iniciativa que busca construir dos esclusas, una en el municipio de Calamar y otra en Puerto Badel, corregimiento de Arjona. Estas obras consisten en hacer un paso exclusivo para embarcaciones (como el carril de un peaje) con portones en la entrada y salida. Adicional, en el primer punto, una presa con compuertas y en el segundo, una presa de cierre. Estas obras, de acuerdo con el Fondo Adaptación, tienen como objetivo controlar inundaciones extremas como las que causó la ola invernal o fenómeno de La Niña entre 2010 y 2011, así como evitar que las aguas y sedimentos que entran al canal lleguen a la bahía de Barbacoas y Cartagena.
Desarrollar este proyecto podría significar que, aguas abajo de Puerto Badel, el líquido se vuelva salobre o marino y forzaría al río a salir por caño Correa, que tiene dos bocas: Boca Luisa y Boca Cerrada, uno de los cuatro deltas actuales con los que cuenta el canal; así lo explica el Plan Hidrosedimentológico (PH) del proyecto, realizado por el Consorcio Dique al Fondo Adaptación. Esto podría poner en riesgo la seguridad alimentaria y el sustento económico de cientos de familias que habitan la zona.
La Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI) emitió un concepto en 2011 en el que se cuestionan varios de los objetivos ya planteados del proyecto: “No existe fundamento técnico suficiente para determinar que el ‘control activo’ de caudales a la entrada del Canal del Dique, en la población de Calamar, mediante la construcción de compuertas y esclusas de navegación es necesario o conveniente para resolver los problemas de sedimentación de la bahía de Cartagena, la degradación de los ecosistemas del canal, o las inundaciones en la zona”, afirmaron en su momento.
Frente a esto, un grupo de expertos de la Universidad Nacional había propuesto una alternativa de control que no requería de la manipulación directa del caudal, pero tiempo después se descartó. De acuerdo con el concepto de la SCI, “los estudios demuestran que ni la sedimentación pone en riesgo inmediato o de mediano plazo las rutas de navegación de la bahía, ni el control activo de caudales, que significa su reducción sustancial, podrá resolverla”.
De acuerdo con Jaime Iván Ordóñez, doctor en Ingeniería de la Universidad de California, experto en sedimentación y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, los estudios que se realizaron desde 2005 hasta 2010 en la Universidad Nacional demostraron que el problema con los ecosistemas del Canal del Dique no son los sedimentos, sino el déficit de agua ocasionado por el cierre arbitrario de las conexiones con el canal que han hecho los propietarios de la margen izquierda, esto podría agravarse cuando se reduzcan los caudales y los niveles de agua.
Las afectaciones generadas por el proyecto van mucho más allá de la región del Canal del Dique. Según el profesor Ordóñez, podrían afectar la subienda de peces en el río Magdalena, ya que los que se reproducen en las ciénagas del canal, al verse impedidos por la esclusa y las compuertas, solo podrían salir por Caño Viejo, que sería habilitado por el proyecto, con un tamaño y corriente muy bajos si se compara con la que tiene actualmente el Canal del Dique.
El cierre del canal también podría causar inundaciones mayores en la margen derecha del Magdalena, aguas abajo de Calamar, trasladando el problema a poblaciones que antes no se inundaban de la misma manera. Las afectaciones sociales y económicas para todo este río, señalado por la SCI desde 2011, siguen vigentes para el profesor Ordóñez.